Clínica de Reumatología y Peritaje Médico en Córdoba
Blog
Artículos y noticias relacionadas con la reumatología y los servicios que ofrecemos.

Fibromialgia: ¿Enfermedad Independiente o Manifestación Somatizada de la Depresión?
La fibromialgia sigue siendo un tema de debate dentro de la comunidad médica. A pesar de los avances en su reconocimiento como una enfermedad legítima, persisten dudas y controversias sobre su verdadera naturaleza. ¿Estamos ante una entidad patológica autónoma con mecanismos fisiopatológicos propios o es, en realidad, una forma de trastorno afectivo que se manifiesta a través del dolor y otros síntomas somáticos?

El Reconocimiento de la Fibromialgia como Enfermedad
Desde hace décadas, la fibromialgia ha sido considerada un síndrome caracterizado por dolor musculoesquelético generalizado, fatiga, alteraciones del sueño y una serie de síntomas asociados, como trastornos cognitivos y sensibilidad exacerbada a estímulos sensoriales. En 1990, el Colegio Americano de Reumatología (ACR) estableció criterios diagnósticos basados en puntos dolorosos específicos y síntomas clínicos. Posteriormente, en 2010 y 2016, los criterios evolucionaron hacia una valoración más integral, reconociendo el papel del sistema nervioso central en la amplificación del dolor.
En la actualidad, muchos investigadores coinciden en que la fibromialgia es un trastorno de sensibilización central, en el que hay una alteración en la percepción y modulación del dolor. La neuroimagen funcional ha mostrado cambios en la conectividad cerebral en pacientes con fibromialgia, lo que apoya la idea de que hay un sustrato biológico detrás de la enfermedad.
El Enlace con los Trastornos Afectivos
Sin embargo, no se puede ignorar la alta prevalencia de síntomas depresivos y ansiosos en pacientes con fibromialgia. Diversos estudios han encontrado que entre el 50% y el 80% de las personas diagnosticadas con fibromialgia presentan síntomas de depresión o ansiedad en algún momento de su vida. Además, algunos de los tratamientos más eficaces para la fibromialgia, como los antidepresivos tricíclicos y los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN), también se emplean en el tratamiento de los trastornos afectivos.
Este solapamiento clínico ha llevado a algunos especialistas a plantear la hipótesis de que la fibromialgia podría ser una forma de trastorno depresivo somatizado, en el que el dolor y la fatiga serían expresiones de una alteración del estado de ánimo. La relación entre el estrés crónico y la disfunción del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal refuerza esta idea, ya que se han observado niveles alterados de cortisol en pacientes con fibromialgia, algo también frecuente en la depresión.
¿Dos Entidades Diferentes o Dos Caras de una Misma Moneda?
La dificultad para delimitar dónde termina la fibromialgia y dónde comienza un trastorno afectivo ha llevado a algunos clínicos a cuestionar la necesidad de separar ambas condiciones de manera estricta. No obstante, esta visión puede ser problemática, ya que implica el riesgo de minimizar el impacto real del dolor en los pacientes.
Si bien la fibromialgia comparte mecanismos fisiopatológicos con los trastornos afectivos, reducirla únicamente a una forma de depresión somatizada puede ser simplista. El dolor crónico, en sí mismo, es un factor que contribuye al desarrollo de ansiedad y depresión, por lo que es difícil establecer qué fue primero en cada paciente: ¿el trastorno afectivo favorece la aparición de dolor crónico o el dolor persistente induce cambios en el estado de ánimo?
Conclusión: Hacia un Enfoque Integrador
Más allá de las etiquetas diagnósticas, lo importante es comprender que la fibromialgia es una entidad nosológica real que genera un gran impacto en la calidad de vida de quienes la padecen. Independientemente de si se considera una enfermedad autónoma o una manifestación somática de un trastorno afectivo, el enfoque terapéutico debe ser multidisciplinar.
El tratamiento no debe centrarse exclusivamente en el dolor, sino abordar también los aspectos emocionales, el estrés y la calidad del sueño. La combinación de medidas farmacológicas, estrategias de educación y terapias no farmacológicas (ejercicio, terapia cognitivo-conductual, mindfulness) ha demostrado ser la mejor opción para ayudar a los pacientes a recuperar su bienestar.
El debate sobre la naturaleza de la fibromialgia continúa, pero lo fundamental es garantizar que los pacientes reciban la atención adecuada sin que su sufrimiento sea minimizado o malinterpretado.
Manuel Romero Jurado; Doctor en Medicina y Cirugia; Especialista en Reumatologia y Master en Medicina Evaluadora y Peritaje Médico.